El diagnóstico
del recurso hídrico y su permanente monitoreo son esenciales para la
planificación y su gestión integrada, roles indelegables del Estado. El
asesoramiento técnico sobre las mejores alternativas de su
aprovechamiento posible para la producción agropecuaria, uno de los
objetivos y roles del INTA en la región, también requiere de este
conocimiento como insumo fundamental para contribuir al desarrollo
regional en el marco de la sostenibilidad y la sustentabilidad.
Los
estudios sobre los recursos hídricos a escala regional resultan de
vital importancia para una apropiada planificación territorial, dada la
preocupación y debates públicos a escala mundial y en nuestro propio
país, por los crecientes problemas ambientales, sociales y económicos,
que se manifiestan en el desabastecimiento hídrico en amplias zonas, la
sequías, el cambio de patrones de precipitación, la desaparición y
retroceso de glaciares, la creciente competencia y conflictividad por el
agua, la sobreexplotación y subutilización de los recursos hídricos, y
la remoción de hábitats relevantes vinculados al agua.
Tanto para
asegurar una apropiada administración del uso y conservación de un
recurso natural estratégico como el agua por parte de una autoridad
responsable, como así también para argumentar el mejor asesoramiento
técnico posible en su aprovechamiento (como resulta ser uno de los roles
principales del INTA), un buen conocimiento resulta una pieza
fundamental. Este sencillo concepto implica la necesidad de invertir
fuertemente en la generación de conocimiento sobre el agua, a fin de
asegurar la diversificación y multiplicación de los potenciales usos en
un marco de sustentabilidad, equidad en el acceso y sostenibilidad
productiva, como también así la mejor conservación de los recursos
naturales y ambientes asociados.
En
la zona central de Santa Cruz la región hidrográfica de los ríos Chico y
Chalía consiste en una de las regiones más importantes en términos de
la producción anual de agua y la demanda que se hace de ella para la
producción agropecuaria a diversas escalas. Junto con el río Gallegos,
el río Chico representa el segundo de mayor caudal anual luego del río
Santa Cruz, con una media de entre 26 y 30 m3/s. Sus mayores tributarios
son los ríos Roble, Belgrano, Lista y Capitán si bien entre éstos los
comportamientos estacionales hacen que no siempre los mismos sean los
que aportan más o menos agua.
Los
ríos Roble y Belgrano nacen en zonas altas de cordillera dentro o en la
vecindad del Parque Nacional Perito Moreno con su principal
alimentación a partir del deshielo de glaciares y otros hielos
permanentes y estacionales. Esto permite suponer una producción de aguas
dependiente de las precipitaciones pero más aún del régimen de
temperaturas siendo los meses más cálidos del año en que ocurren las
mayores descargas, representando entre un 30 y 50% estimativamente del
total de aguas conducidas por el rio Chico, dependiendo del momento del
año.
Los
ríos Lista, Capitán y Chico tienen orígenes diversos. Mientras el
primero mencionado tiene una alimentación y régimen anual similar al
Roble, los restantes son más dependientes de la precipitación y la
fusión de nieves estacionales, haciendo que su máxima producción de
aguas ocurra en la primavera y manteniéndose en general bajos durante la
estación seca. El río Lista resulta uno de los más caudalosos de la
región durante los deshielos de primavera si bien esto dura solo unas
pocas semanas en cada año.
Los
recursos hídricos en la región prácticamente no han sido estudiados en
el poco más de un siglo de ocupación y aprovechamiento económico
intensivo de sus tierras. Tan solo en el caso del río Chalía se dispone
de un monitoreo continuo aunque reciente de la producción de aguas en
superficie, desde el año 2010 a la fecha. Se trata de uno de los ríos
que aporta un escaso caudal al río Chico, entre 0,1 y hasta 10 m3/s,
dependiendo del momento del año, sin embargo consiste en el único río de
la región sobre el cual se dispone de información continua que permite
evidenciar (en forma preliminar por el momento) como el cambio general
del clima que se está experimentando en los últimos años podría estar
afectando a la producción de agua de nuestros ríos, como así también a
la recarga de acuíferos. El escenario muestra una caída sutil aunque
constante cada año en los caudales estacionales y anuales del Chalía que
si bien siendo pocos datos aún como para hipotetizar cuál será el
escenario futuro de los recursos hídricos de la región, nos advierten la
necesidad de profundizar estudios sobre éste a fin de poder planificar
de la mejor forma posible tanto la administración como las
recomendaciones técnicas sobre su aprovechamiento.
Así
los trabajos de INTA en años recientes, persiguen el doble objetivo de
generar una base de conocimiento que contribuya a la planificación y
gestión de sus aguas de superficie por parte de la autoridad provincial,
a la vez que desarrollar información que permita sustentar buenas
prácticas técnicas al momento de realizar asistencias técnicas propias
en la región.
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